Una estructura para los sueños

Encuadernar es coser los sueños de hojas de papel, escritas o impresas, volcados para ser memoria para otros, pues transciende a su creador. Se quedan con la idea, con forma y cuerpo. Son estructura de un soporte para materia. Una materia que conserva los sueños.

Eso que leemos tiene una imagen, una imagen que creamos o recreamos cada uno según su experiencia, según su conciencia. Creamos imágenes de todo aquello que reconocemos, de todo lo que nos despierta los sentidos y ya formaba parte sin saber. La lectura la realizamos como un acto íntimo, se introduce en nuestra mente y esta nos devuelve en forma de sensaciones, de vivencias, en imágenes. Cuando leemos, reconstruimos imágenes, interpretaciones de eso que otro visualizó de su mente y lo tradujo en código escrito.

Un mismo libro puede inspirar imágenes o sentimientos contrarios, por tanto todo libro habla del que escribe pero también habla de que lee. Llegamos a realizar la vivencia de eso que nuestra mente identifica como común: simpático, antipático. En definitiva se convierte en parte de nosotros. Solo lo que es comprensible es susceptible de ser aprehendido y se convierte en vivencia. Lo que es ajeno a nuestros sentidos no podemos verlo, vemos una hoja en blanco.

Un libro olvidado, una huella, un reflejo de una inquietud que no cesa de llamar. Olvidado en un estante, olvidado por quien lo imaginó, olvidado por su escritor, olvidado por quien lo dejó en ese estante. Rescatado por un encuadernador, cuidado y rehabilitado para ser de nuevo experiencia.