El saber en la encuadernación

Sin el dolor no habríamos amado

Eso que sabes o crees saber

¿Qué sé? Lo sabido y lo aprendido se funden de nuevo. Negando el pasado, este llama con fuerza. Se hace presente. Un gesto, un impulso con el pincel que inscribe el dolor en el cuerpo. Construyendo con él una imagen que sorprende a la materia, la transforma en emoción. El color no casual, tampoco ideal es el acuerdo entre lo posible y lo necesario: Un cuerpo que siente, un cuerpo que duele. Un cuerpo con heridas. Tonos rojo y negro. Tanto el exterior como el interior.

¿Qué tengo? Técnica heredada de la profesión y la experiencia comienzan en la búsqueda para integrar técnica e idea estética de lo contemporáneo. Mosaico sin hierros, transfer en la guarda. Y un estuche adaptado al diseño del libro. Formando un conjunto, no es sólo una protección es parte del cuerpo. Es el ayer y el hoy, los materiales clásicos con nuevas técnicas que en una dialéctica crean algo nuevo, único.

¿Qué puedo? Lucho entre la materialidad y la idea. En ese torbellino caigo. Sin poder evitar el deseo de lo nuevo y lo que sé. Me enfrento con el papel, el cartón, la piel, la madera, no son etéreas son materiales que me ponen sus condiciones y no queda otra que poner en juicio la técnica y negociar con el material y la idea perfecta que me atrapa. Ese saber que todo artesano ha heredado de la profesión, y con su experiencia se pone en marcha. Y le doy respuesta. Sublimo la idea y el dolor se hace amor. El amor que se siente cuando miras el resultado de esa lucha sin descanso por adaptar la materia a la idea.

¿Qué deseo? Eso que sabes o crees saber. Se mueve. Una llamada, una mañana con luz, una ilusión que propone: La búsqueda imposible, la utopía. ¿Porque no? Y esa pregunta me adentra en el reto, me atrapa de nuevo, pone mis manos a prueba, me saca del posibilísimo y me adentra en lo necesario. Y vivo “Sin el dolor no habríamos amado”.